viernes, 21 de febrero de 2014

Imagínese

Imagínese que al Gobierno izquierdista de un país sudamericano se le ocurriera a los pocos días de ganar las Elecciones, en un ejercicio de “transparencia”, retirar el programa electoral de su página web. Imagínese que pese al clamor popular, con miles de firmas recogidas, se negaran a celebrar una consulta sobre una posible nacionalización (o privatización) de un servicio esencial. Imagínese que este gobierno despidiera a un porcentaje considerable de los trabajadores públicos de manera arbitraria (dicho por sentencia judicial) bajo la excusa de la mala situación económica, mientras le sube el sueldo a trabajadores considerados afines, que la justicia además vuelve a desautorizar a dicho gobernante por nombramientos de altos cargos y todo esto en medio de una grave crisis económica, con un aumento del desempleo que prometieron acabar, con una nula capacidad de atraer inversiones, un 30% de sus ciudadanos/as en el umbral de la pobreza y reduciéndose por primera vez en catorce años la población del país.


Sin duda la prensa conservadora nos presentaría una situación de auténtico Apocalipsis y calificarían a dicho gobernante como un caudillo, sin respeto por la democracia, la voluntad popular y bastante incompetente. Pero para poder ver este panorama no es necesario imaginar nada, lo tenemos en Jerez de la Frontera, no hay que cruzar ningún charco para verlo, solo recordar lo hecho por el Gobierno de María José García-Pelayo en esta ciudad.